CAGADAS SURREALISTAS Las de las palomas:
Las del Grafitero:
El día que entendí qué eran la Mística y el Surrealismo, fue cuando, detrás del Ambulatorio Comuneros, en calle Juan Padilla de Burgos, vi cagar a las palomas y dibujar a un grafitero.
Un borrachinga que salía de un tabernucho que tenía en la puerta un cartel de “Mahou” me abrió los dos ojos naturales y el tercer ojo, espiritual, cuando exclamó mirando al techo:
-Tú pintas, pichón.
Al verle encarar las tuberías, lo mismo que las palomas y palomos, no pude menos de decir:
-La cagada es la atadura de la inspiración.
Que es lo mismo que me inspiró el grafitero al verle pintar en la pared de una nave cercana.
Este es el día que, a través del pichón y el grafitero, entendí qué significan la Mística y el Surrealismo. Hay algo muy importante y parecido en una y otro.
Yo no llegaba a los doce años, cuando ingresé en el Seminario de una ciudad donde está instalado un acueducto romano (Segovia), en cuyo Seminario, el perdón del pecado de Lujuria era un “come y caga de los curas”. La Religión lo era todo. El deporte por excelencia; el que más amores y odios despertaba, relegando a segundo lugar las demás asignaturas. Fray Luis de Granada era a quien nosotros esperábamos con más ansia en nuestra casa y alma; y, con su “Guía de Pecadores” confiábamos en pelear contra la Carne y Satán, y salir victoriosos.
De Segovia, pasé a Madrid, y allí, hasta los veinte años, en su Seminario de “las Vistillas”, todo seguía igual, dividiendo nuestro corazón en dos: una parte, con afición a la Historia de las Religiones, y otra, a la Pasión.
Allí, ya estando en Filosofía, “El Cantar de los Cantares” de Salomón; Fray Luis de León y, sobre todo, San Juan de la Cruz con su “Llama de Amor Viva”, abrieron nuestro cuerpo y nuestra alma a una lucha eufórica por la hinchada de nuestra Lujuria, que estallaba en nuestra bragueta e intentaba explotar por detrás de la sotana, y el sabor del néctar en la garganta, metiendo un gol vivo en Culo del Cielo, o Paraíso de Dios y del Amado.
Allí, en la Biblioteca, y en su Sección de Libros Prohibidos, tuve la oportunidad de encontrarme con el Surrealismo: Georges Bataille, con su “Ausencia del Mito”; André Breton, con su “Nadja”, la obsesiva y encantadora relación del autor con una chica de París; “La Inmaculada Concepción” el más surrealista y antirreligioso libro de André Breton junto con Paul Eluard; Robert Desnos, con su “Libertad o Amor”, bajo la sombra de Sade y Lautreamont, siguiendo la violencia y búsqueda del Amor por el maravilloso Corsario Sanglot; Richard Huelsenbec, y su famoso “Dada Almanaque”, que contiene a los grandes del Surrealismo; Alfred Jarry, con su “César Anticristo”, creador de la “Patafísica”; “Una Voz en tres Espejos” de Mary Low, activista en la Revolución española de 1936 , y en la caída del dictador cubano Batista; Benjamín Peret, con su “Muerte a los Cerdos”, quien luchó en la Guerra Civil Española en las filas de la Columna Durruti.
Al cabo de recordar esto, veo cómo termina su grafiti un joven a quien acompaña una chica que tenía una idea diferente de pintar o mejor dicho no tenía idea alguna. En los dos se apreciaba un desasosiego por si venía la Policía Local, denunciándoles y arrebatándoles los botes de pintura y pinceles.
El júbilo incontenible del muchacho, al terminar la obra, se vino abajo cuando la joven, ante sus narices, le espetó:
-Mira qué cuadro han dejado las palomas, palomos y palominos al cagar. Esto sí que es Surrealismo.
El joven, contrariado y muy enfadado, cogiéndola por detrás, le contestó:
-¡Tú sí que, en cueros y cagando, eres surreal, “Rabona”.
Él intentó meterle un gol por el culo, pero ella se zafó de él clavándole los tacones en los pies.
-Daniel de Culla